CUADERNO DE BITÁCORA DE LA CIUDAD INVISIBLE
No puedo apartar la mirada del cielo. La monótona línea horizontal que lo separa, dicen, de la Procelosa Mar de las Ondas Hertzianas no llama mi atención como otras veces. El misterio que se oculta siempre más allá de las montañas o los abismos oceánicos no es suficiente hoy para embaucarme cuando la propia atmósfera anuncia “Nubes polares de ácido nítrico”, cosa nunca vista en estas latitudes del espacio-tiempo. Por mí, la utopía bien puede esperar…
[RÁFAGA SILBANTE]
Pero la nave va… Parece que ella crea la ruta nudo a nudo, a imagen de esas cartas náuticas de los mares del sur. Ella crea el camino, la verdad y la vida, y nosotros bogamos, ciamos o, al menos, simulamos no andar a la deriva, que es cosa deprimente para quien abandonó el mundo por ir tras un destino… Sea como sea, siempre nos lleva al huerto este navío errante que nunca se equivoca; a sudar la camiseta, a vender cara la piel bajo el látigo del sol; a perseguir la quimera aun a costa de perdernos las irisaciones de tonos rosáceos y azulados de las nubes madreperla que, si el clima lo permite, se formarán estos días a unos 20 kilómetros de altura de nada, amigos… por primera vez en la historia de España y por cortesía, quizás, del Cambio Climático… ¡Aaahhh!… y, además, estar en las nubes seguro que baja la tensión…
[RÁFAGA BLANDITA]
Seguimos navegando… Desde la estrecha cofa -un barril de manzanas que inauguró Jim Hawkins hace ya 125 años- se ven piezas de a ocho brillando en lontananza. Son candilejas. El éter del sonido se abre ante la proa como un telón que anuncia que empieza el espectáculo; se acaba la gran calma y, tras una fanfarria, se adivinan las dársenas amables de La Ciudad Invisible.
FUNDE CON CÚMULONIMBOS
No puedo apartar la mirada del cielo. La monótona línea horizontal que lo separa, dicen, de la Procelosa Mar de las Ondas Hertzianas no llama mi atención como otras veces. El misterio que se oculta siempre más allá de las montañas o los abismos oceánicos no es suficiente hoy para embaucarme cuando la propia atmósfera anuncia “Nubes polares de ácido nítrico”, cosa nunca vista en estas latitudes del espacio-tiempo. Por mí, la utopía bien puede esperar…
[RÁFAGA SILBANTE]
Pero la nave va… Parece que ella crea la ruta nudo a nudo, a imagen de esas cartas náuticas de los mares del sur. Ella crea el camino, la verdad y la vida, y nosotros bogamos, ciamos o, al menos, simulamos no andar a la deriva, que es cosa deprimente para quien abandonó el mundo por ir tras un destino… Sea como sea, siempre nos lleva al huerto este navío errante que nunca se equivoca; a sudar la camiseta, a vender cara la piel bajo el látigo del sol; a perseguir la quimera aun a costa de perdernos las irisaciones de tonos rosáceos y azulados de las nubes madreperla que, si el clima lo permite, se formarán estos días a unos 20 kilómetros de altura de nada, amigos… por primera vez en la historia de España y por cortesía, quizás, del Cambio Climático… ¡Aaahhh!… y, además, estar en las nubes seguro que baja la tensión…
[RÁFAGA BLANDITA]
Seguimos navegando… Desde la estrecha cofa -un barril de manzanas que inauguró Jim Hawkins hace ya 125 años- se ven piezas de a ocho brillando en lontananza. Son candilejas. El éter del sonido se abre ante la proa como un telón que anuncia que empieza el espectáculo; se acaba la gran calma y, tras una fanfarria, se adivinan las dársenas amables de La Ciudad Invisible.
FUNDE CON CÚMULONIMBOS
2 comentarios:
¿Cuál es la sintonía que hay al principio del programa? No la de Morcheeba, sino la de inmediatamente después, cuando se acaba de recitar el cuaderno de bitácora.
Se trata de Going out of my head (Fatboy Slim) [Incluida en el disco Better living through chemistry]
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