martes, julio 22, 2008

Cuaderno 22 de Julio

CUADERNO DE BITÁCORA DE LA CIUDAD INVISIBLE

Tantas jornadas persiguiendo la quimera…buscando a todo marinero que pueda hablarnos de su forma, de sus múltiples colores, o de cómo son sus afortunados habitantes…que a veces descuidamos algo sustancial para su hallazgo, que no es otra cosa que el latir de su alma…
El latir de su alma..., o el pensar de su espíritu, que como dice el sabio catalán con apariencia de científico un tanto loco: el alma está en el cerebro amigos…
[RÁFAGA]
Buscando las pocas neuronas que nos quedan, para que sean ellas las que nos marquen las coordenadas hacia la utopía, un día más levamos anclas en pos de su encuentro.
Las cálidas aguas de la procelosa mar de las ondas hertzianas nos conducen a una tierra sumergida en el llanto y casi en el Atlántico…Aunque su nombre apunta a la novedad, la actualidad es en ocasiones firme asesina de lo que ya no importa, y ha anegado nuestra memoria de otros pensamientos, arrastrando ese puerto al más vetusto olvido…
[RÁFAGA]
Sin embargo algo se remueve en las profundidades, no todo es blanco ni negro, y como las teclas de un piano la mezcla crea una melodía que abre nuevos caminos para viajeros sensibles con espíritu rebelde e inquieto…
[RÁFAGA]
Seguimos navegando…, un día más o un día menos…la voz se quiebra, se parte en dos, cuando lo digo…el que quiera que clame a su dios…porque hay jornadas en las que la paciencia se agota y soy incapaz de creer que, cuando se acabe el tiempo, podamos dar con el espacio anhelado, aquel que no es otro que nuestra querida Ciudad Invisible…

FUNDIR CON UNA EXTRAÑA MELANCOLÍA

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Saludos desde "La Pena Negra" del Capitán Chinaski y del contramaestre Pool Nelson

Rafa Mesa dijo...

Mi pequeño navío acariciaba las aguas, también en busca de la quimera.
A bordo, el transistor me daba las pequeñas esperanzas de que algún día, en medio de la procelosa mar me encontraría con vuestra poderosa escuadra, la cual a navegado por todos los mares. Embriagado de utopías, mi rumbo no es otro que seguir la estela que queda dibujada en los mares, la diferencia, es que esta mezcla salina no se desvanecerá, y que si sigo el rumbo os encontraré en el puerto de nuestra querida y anhelada Ciudad Invisible.