martes, marzo 25, 2008

Cuaderno 24 de Marzo

CUADERNO DE BITÁCORA DE LA CIUDAD INVISIBLE

Un vendaval de ganas nos empuja sin freno sobre la Procelosa Mar de las Ondas Hertzianas, “La proce”… Navegar así, cuando se siente la nave poderosa, es como cabalgar una yeguada de caballos de mar y galopar de espuma… es una invitación de buen rollito a seguir caminando los senderos del agua que son inacabables, como su eterno ciclo, e incluso permanecen al pasar los eones sobre la superficie de los mundos…
[SUPERFICIE MARCIANA]
Tenemos pues, corrientes favorables, pero perseguir la Quimera cada día no es algo que se pueda dejar a la improvisación, aunque a veces sí al azar… esta hora de singladura puede verse comprometida por tripulantes y pasajeros, por bestias del océano en busca de sus warholianos minutos de fama, o bien por los elementos, que son los matarifes por antonomasia de las armadas invencibles, las flotas en reconversión, y las cáscaras de nuez como esta que nos acoge en su seno… Toda la labor de la jornada -las horas de documentación en los Anales de Cuadernos de Bitácora, el engrasado de las maquinarias de la ensoñación, los coros con los que templamos las voces entre gargarismos de ron -, todo el trabajo previo nos permite ejecutar durante noventa minutos terrenales una coreografía sobre el vasto escenario del éter del sonido… Vistos a cámara lenta nuestros cuerpos se esquivan por milímetros, los movimientos se acompasan en un flujo constante, las voluntades laten al unísono y, al fondo, una gaviota que ha bajado curiosa a ver el espectáculo, suelta un chorro de guano que estropea la toma y se marcha aburrida, sorda a nuestros insultos, displicente como una vieja estrella…
[DETALLE DE GUANO]
Seguimos navegando, en eso acaba el “así se hizo” de nuestra expedición… y ahora el “director’s cut” del comandante ordena poner proa a donde da la vuelta el aire, un poco más allá del horizonte, a las amables dársenas de la Ciudad Invisible.

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