CUADERNO DE BITÁCORA DE LA CIUDAD INVISIBLE
Nuestro navío surca la Procelosa Mar de las Ondas Hertzianas infatigablemente; se nota que hoy no avanzamos a fuerza de sangre, sudor y lágrimas… los galeotes siguen de puente, y no de mando. Ha sido su dos de mayo una quimérica holganza, asueto en versión extendida, 8 punto 1 pro. Pro-diversión, pro-descanso, pro-cacidad por descontado…
[TIC TAC, TIC TAC...]
Pero la nave va… al ritmo imperturbable que imprimen las máquinas. Hoy válvulas, pistones y engranajes echan el resto alimentadas, siempre, por la música, un carburante inocuo que mueve corazones y bombea un compás de compasillo que lava las conciencias, dignifica el esfuerzo de quienes nos dejamos la piel en la cubierta, y suaviza el rigor con que los elementos nos suelen maltratar… la arboladura es como un bosque de autómatas, y nosotros primates en una zona de obras. Trepamos al velamen, tendemos todo el trapo (que es cada vez más blanco), aseguramos jarcias y aparejos y lo hacemos bajo una oculta pero atenta mirada… como monos del zoo… Somos unos machacas, que no te quepa duda… más tarde, en las hamacas, a la luz de un candil en la bodega, podremos despiojarnos, y pelar con deleite la banana y enrollarnos a cualquier utopía con la cola prensil… mientras tanto bastante tenemos con mantenernos a flote con la que está por caer...
[AGUACHIRLI-O, AGUACHIRLI-O GIRL]
Seguimos navegando… a mano o a máquina. El éter del sonido se muestra comprensivo con la tripulación, y los golpes de mar son como palmaditas en el lomo… podemos relajar esta tensión, eso sí, manteniendo siempre un ojo avizor por si asoman, entre la densa niebla, las dársenas amables de La Ciudad Invisible.
FUNDE CON MI MONO AMEDIO
Nuestro navío surca la Procelosa Mar de las Ondas Hertzianas infatigablemente; se nota que hoy no avanzamos a fuerza de sangre, sudor y lágrimas… los galeotes siguen de puente, y no de mando. Ha sido su dos de mayo una quimérica holganza, asueto en versión extendida, 8 punto 1 pro. Pro-diversión, pro-descanso, pro-cacidad por descontado…
[TIC TAC, TIC TAC...]
Pero la nave va… al ritmo imperturbable que imprimen las máquinas. Hoy válvulas, pistones y engranajes echan el resto alimentadas, siempre, por la música, un carburante inocuo que mueve corazones y bombea un compás de compasillo que lava las conciencias, dignifica el esfuerzo de quienes nos dejamos la piel en la cubierta, y suaviza el rigor con que los elementos nos suelen maltratar… la arboladura es como un bosque de autómatas, y nosotros primates en una zona de obras. Trepamos al velamen, tendemos todo el trapo (que es cada vez más blanco), aseguramos jarcias y aparejos y lo hacemos bajo una oculta pero atenta mirada… como monos del zoo… Somos unos machacas, que no te quepa duda… más tarde, en las hamacas, a la luz de un candil en la bodega, podremos despiojarnos, y pelar con deleite la banana y enrollarnos a cualquier utopía con la cola prensil… mientras tanto bastante tenemos con mantenernos a flote con la que está por caer...
[AGUACHIRLI-O, AGUACHIRLI-O GIRL]
Seguimos navegando… a mano o a máquina. El éter del sonido se muestra comprensivo con la tripulación, y los golpes de mar son como palmaditas en el lomo… podemos relajar esta tensión, eso sí, manteniendo siempre un ojo avizor por si asoman, entre la densa niebla, las dársenas amables de La Ciudad Invisible.
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