CUADERNO DE BITÁCORA DE LA CIUDAD INVISIBLE
Desde muy pequeña, cuando escuchaba el suave arrullo de la procelosa mar de las ondas hertzianas en una casa que tenía más de labriega que de lóbrega, unas palabras suaves, sin querer perturbar a La Voz exclamaban: sí hombre, si este es el de New York New York... Silencio y asentimiento, la voz común del pueblo había hablado y el señor de la boina nos alumbraba más que muchos, de los que vagaban por el éter sonoro…
[RÁFAGA]
Navegamos abriéndonos camino con el mascarón de proa, no rompemos las aguas, rasgamos la tierra, porque en ella buscamos el calor que se esconde en sus profundidades. La tibieza y la templanza de una vida marcada por el sosiego, la calma y la contemplación…
Pero el mito del hombre rural, que nos trae un paisaje utópico desaparece, cuando caemos en la cuenta de que se riega con sangre, sudor y lágrimas…
[RÁFAGA]
Anchos son los campos, y hermosa es la vía que cruza todo este panorama ibérico, camino de plata que se retuerce entre cultivos y sale al paso del caminante que hace senda al andar…
A medida que navegamos, el ancla rastrilla la tierra fértil y convierte la yerma en florida. Incluso puedo aventurarme a decir que le hemos cogido gusto a tal manera de remar y puede que echemos raíces…
[RÁFAGA]
Seguimos escarbando el suelo, hay algo en él, el germen de la experiencia humilde, de la sabiduría práctica y cotidiana, que son las coordenadas a marcar si realmente queremos dar con el paradero desconocido de nuestra querida y anhelada Ciudad Invisible…
FUNDIR Y ESPARCIR SEMILLAS
Desde muy pequeña, cuando escuchaba el suave arrullo de la procelosa mar de las ondas hertzianas en una casa que tenía más de labriega que de lóbrega, unas palabras suaves, sin querer perturbar a La Voz exclamaban: sí hombre, si este es el de New York New York... Silencio y asentimiento, la voz común del pueblo había hablado y el señor de la boina nos alumbraba más que muchos, de los que vagaban por el éter sonoro…
[RÁFAGA]
Navegamos abriéndonos camino con el mascarón de proa, no rompemos las aguas, rasgamos la tierra, porque en ella buscamos el calor que se esconde en sus profundidades. La tibieza y la templanza de una vida marcada por el sosiego, la calma y la contemplación…
Pero el mito del hombre rural, que nos trae un paisaje utópico desaparece, cuando caemos en la cuenta de que se riega con sangre, sudor y lágrimas…
[RÁFAGA]
Anchos son los campos, y hermosa es la vía que cruza todo este panorama ibérico, camino de plata que se retuerce entre cultivos y sale al paso del caminante que hace senda al andar…
A medida que navegamos, el ancla rastrilla la tierra fértil y convierte la yerma en florida. Incluso puedo aventurarme a decir que le hemos cogido gusto a tal manera de remar y puede que echemos raíces…
[RÁFAGA]
Seguimos escarbando el suelo, hay algo en él, el germen de la experiencia humilde, de la sabiduría práctica y cotidiana, que son las coordenadas a marcar si realmente queremos dar con el paradero desconocido de nuestra querida y anhelada Ciudad Invisible…
FUNDIR Y ESPARCIR SEMILLAS
No hay comentarios:
Publicar un comentario