CUADERNO DE BITÁCORA DE LA CIUDAD INVISIBLE
Surcamos zonas suntuosas de la procelosa mar de las ondas hertzianas. Hoy quizá es más femenina que de costumbre. Así me lo sugieren las curvas que dibujan las olas, al chocar contra nuestro espolón. Y de esta manera, rompiendo las aguas como norma. Un día más, comenzamos una nueva aventura en busca de nuestra quimera.
[Salpicadura de espuma]
Nuestra nave atraviesa el espacio-tiempo impetuosa. Es una embarcación que resulta más llamativa cuando navega solitaria… por territorios envueltos por esta vasta mar.
Aunque también es cierto, que en este viaje en soledad, corremos el peligro de ser alcanzados por algún buque con bandera negra. Ya que, en estos momentos, todas las miradas procedentes más allá de 100 millas a babor y a estribor, sólo pueden recaer en nosotros.
El problema de ir sin compañía, es que nos arriesgamos a ser atacados sin tener protección alguna. Sólo nos podemos valer por nosotros mismos para ejecutar una digna defensa.
[Ráfaga protectora]
Menos mal que cruzamos tierras amigas en donde es extraño que nos topemos con marineros hostiles. Por eso, me distraigo por unos instantes de mis obligaciones como vigía y le doy vueltas a nuestro periplo… ¿Cuántas veces habremos navegado solos? Sin más compañía que el paisaje que se construye a medida que vamos avanzando…
Y cuántas veces se nos ha señalado ridiculizándonos por lo aparentemente absurdo que es nuestro último objetivo…
[Rubor absurdo]
Seguimos navegando, nuestra labor como marineros de aguas agridulces es diferente a otras que se llevan acabo en otros barcos. Pero no por ser distinta es inferior, ni fea, ni tonta. De hecho me gusta la singularidad. Pocos pueden decir que todos los días trabajan por encontrar su utopía, que es nuestra querida Ciudad Invisible
FUNDE CON ÓRIGINALIDAD
Surcamos zonas suntuosas de la procelosa mar de las ondas hertzianas. Hoy quizá es más femenina que de costumbre. Así me lo sugieren las curvas que dibujan las olas, al chocar contra nuestro espolón. Y de esta manera, rompiendo las aguas como norma. Un día más, comenzamos una nueva aventura en busca de nuestra quimera.
[Salpicadura de espuma]
Nuestra nave atraviesa el espacio-tiempo impetuosa. Es una embarcación que resulta más llamativa cuando navega solitaria… por territorios envueltos por esta vasta mar.
Aunque también es cierto, que en este viaje en soledad, corremos el peligro de ser alcanzados por algún buque con bandera negra. Ya que, en estos momentos, todas las miradas procedentes más allá de 100 millas a babor y a estribor, sólo pueden recaer en nosotros.
El problema de ir sin compañía, es que nos arriesgamos a ser atacados sin tener protección alguna. Sólo nos podemos valer por nosotros mismos para ejecutar una digna defensa.
[Ráfaga protectora]
Menos mal que cruzamos tierras amigas en donde es extraño que nos topemos con marineros hostiles. Por eso, me distraigo por unos instantes de mis obligaciones como vigía y le doy vueltas a nuestro periplo… ¿Cuántas veces habremos navegado solos? Sin más compañía que el paisaje que se construye a medida que vamos avanzando…
Y cuántas veces se nos ha señalado ridiculizándonos por lo aparentemente absurdo que es nuestro último objetivo…
[Rubor absurdo]
Seguimos navegando, nuestra labor como marineros de aguas agridulces es diferente a otras que se llevan acabo en otros barcos. Pero no por ser distinta es inferior, ni fea, ni tonta. De hecho me gusta la singularidad. Pocos pueden decir que todos los días trabajan por encontrar su utopía, que es nuestra querida Ciudad Invisible
FUNDE CON ÓRIGINALIDAD
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