CUADERNO DE BITÁCORA DE LA CIUDAD INVISIBLE
Comenzamos una nueva jornada. El día se presenta duro y trabajoso, hoy navegamos… y navegamos… y navegamos por el éter sonoro del espacio- tiempo, sin descanso. Damos la vuelta al mundo en pocos minutos y a la velocidad de la luz. Y en este ir y venir no perdemos de vista nuestro fin último, nuestra utopía.
[Volando voy...]
Un periplo como el de hoy requiere que pongamos en práctica nuestros extensos conocimientos sobre el arte de la navegación. Recorrer tal vasto territorio en poco tiempo es complicado, pero nuestro afán de superación vence a cualquier obstáculo que se interponga en nuestro camino. Además el barlovento nos es propicio y azota bien fuerte las velas de esta nave, empujándola hacia el infinito…
Cuando nos movemos de esta manera, y no hay necesidad de remar, lo mejor es situarse en la cofa y sentir el aire fresco mientras se suceden los diferentes paisajes que nos acompañan en esta travesía
[Ráfaga refrescante]
Me gustan estos días, en los que la procelosa mar de las ondas hertzianas nos lleva por territorios poco explorados. Gracias a ella hacemos incursiones en mundos sonoros poco conocidos. Experimentamos con ellos y trazamos nuevas vías de comunicación entre estos lugares etéreos y las esferas más tangibles.
Una vez más, nuestro navío vuelve a ser precursor de intervenciones novedosas en ese amplio mapa delineado por los marineros de aguas agridulces, para hacer más fácil la búsqueda de lo intangible.
[Ráfaga arquitectónica]
Seguimos navegando, desde lo alto diviso el contorno devastado del horizonte. Tierras exóticas nos aguardan, para que hagamos escala en ellas y les devolvamos el esplendor que tenían hace apenas un año.
Mientras las horas de luz llegan a su fin y un día más hemos vuelto a contemplar varios atardeceres. Puede que algún día veamos uno, desde la dársena de nuestra soñada Ciudad Invisible
FUNDE CON GUÍA TURÍSTICA
Comenzamos una nueva jornada. El día se presenta duro y trabajoso, hoy navegamos… y navegamos… y navegamos por el éter sonoro del espacio- tiempo, sin descanso. Damos la vuelta al mundo en pocos minutos y a la velocidad de la luz. Y en este ir y venir no perdemos de vista nuestro fin último, nuestra utopía.
[Volando voy...]
Un periplo como el de hoy requiere que pongamos en práctica nuestros extensos conocimientos sobre el arte de la navegación. Recorrer tal vasto territorio en poco tiempo es complicado, pero nuestro afán de superación vence a cualquier obstáculo que se interponga en nuestro camino. Además el barlovento nos es propicio y azota bien fuerte las velas de esta nave, empujándola hacia el infinito…
Cuando nos movemos de esta manera, y no hay necesidad de remar, lo mejor es situarse en la cofa y sentir el aire fresco mientras se suceden los diferentes paisajes que nos acompañan en esta travesía
[Ráfaga refrescante]
Me gustan estos días, en los que la procelosa mar de las ondas hertzianas nos lleva por territorios poco explorados. Gracias a ella hacemos incursiones en mundos sonoros poco conocidos. Experimentamos con ellos y trazamos nuevas vías de comunicación entre estos lugares etéreos y las esferas más tangibles.
Una vez más, nuestro navío vuelve a ser precursor de intervenciones novedosas en ese amplio mapa delineado por los marineros de aguas agridulces, para hacer más fácil la búsqueda de lo intangible.
[Ráfaga arquitectónica]
Seguimos navegando, desde lo alto diviso el contorno devastado del horizonte. Tierras exóticas nos aguardan, para que hagamos escala en ellas y les devolvamos el esplendor que tenían hace apenas un año.
Mientras las horas de luz llegan a su fin y un día más hemos vuelto a contemplar varios atardeceres. Puede que algún día veamos uno, desde la dársena de nuestra soñada Ciudad Invisible
FUNDE CON GUÍA TURÍSTICA
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