CUADERNO DE BITÁCORA DE LA CIUDAD INVISIBLE
El frío hace mella en cada rincón de este navío. Nos dirigimos hacia lugares ubicados en la memoria del espacio-tiempo. Ponemos rumbo hacia ellos, hacia territorios olvidados por muchos, pero que algunos intentan recuperar, aunque sólo sea por rendir homenaje a un pasado que les dio la vida.
[Ráfaga hacia atrás]
Un día más aquí estoy, en lo alto del palo mayor, embutida en mil retales y respirando este aire limpio y fresquito…, no es por volver a sacar el tema..., pero seguro, que esto tampoco debe ser muy bueno para la salud, porque se me están congelando los pulmones...
Menos mal que pronto llegará el momento de cobijarme en los camarotes, y allí abajo siempre te puedes arrimar a un pequeño candil para entrar un poco en calor.
A pesar de este viento gélido que continúa espoleando y hace que estemos en constante movimiento, el sol no nos ha abandonado durante toda esta jornada, y eso me encanta. El astro rey no es sólo un punto de orientación en nuestros viajes, cuando luce en todo su esplendor, llena de color el día. Todo parece más alegre, y en definitiva, más vivo. Hasta la tripulación está más contenta y todos en algún momento, se han asomado desde la cubierta a observar el paisaje que resplandecía a su alrededor.
[Rágaga destellante]
La procelosa mar de las ondas hertzianas, escolta y guía en todos nuestros periplos, también se ve contagiada por el sol. Miro embobada como se reflejan en ella los últimos rayos y recuerdo lo fiel compañera que es y lo amiga que ha sido siempre, incluso cuando nos dejamos obnubilar con el descubrimiento de nuevos caminos, que dicen conducir a la utopía.
Y como marca la tradición en cuanto a la escritura de este cuaderno se refiere, no puedo dejar de mencionarla, porque gracias a ella y a su existencia, nosotros seguimos navegando.
[Ráfaga en honos a la mar procelosa]
Surcamos las aguas relucientes, mientras nos contagiamos de la energía que nos transmiten las distintas tonalidades sonoras que llegan a nuestra nave. Dejamos que den brío a esta embarcación que continua perseverante en la búsqueda de su querida Ciudad Invisible.
FUNDE CON CROMOS Y PEGAMENTO
[Ráfaga hacia atrás]
Un día más aquí estoy, en lo alto del palo mayor, embutida en mil retales y respirando este aire limpio y fresquito…, no es por volver a sacar el tema..., pero seguro, que esto tampoco debe ser muy bueno para la salud, porque se me están congelando los pulmones...
Menos mal que pronto llegará el momento de cobijarme en los camarotes, y allí abajo siempre te puedes arrimar a un pequeño candil para entrar un poco en calor.
A pesar de este viento gélido que continúa espoleando y hace que estemos en constante movimiento, el sol no nos ha abandonado durante toda esta jornada, y eso me encanta. El astro rey no es sólo un punto de orientación en nuestros viajes, cuando luce en todo su esplendor, llena de color el día. Todo parece más alegre, y en definitiva, más vivo. Hasta la tripulación está más contenta y todos en algún momento, se han asomado desde la cubierta a observar el paisaje que resplandecía a su alrededor.
[Rágaga destellante]
La procelosa mar de las ondas hertzianas, escolta y guía en todos nuestros periplos, también se ve contagiada por el sol. Miro embobada como se reflejan en ella los últimos rayos y recuerdo lo fiel compañera que es y lo amiga que ha sido siempre, incluso cuando nos dejamos obnubilar con el descubrimiento de nuevos caminos, que dicen conducir a la utopía.
Y como marca la tradición en cuanto a la escritura de este cuaderno se refiere, no puedo dejar de mencionarla, porque gracias a ella y a su existencia, nosotros seguimos navegando.
[Ráfaga en honos a la mar procelosa]
Surcamos las aguas relucientes, mientras nos contagiamos de la energía que nos transmiten las distintas tonalidades sonoras que llegan a nuestra nave. Dejamos que den brío a esta embarcación que continua perseverante en la búsqueda de su querida Ciudad Invisible.
FUNDE CON CROMOS Y PEGAMENTO
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