CUADERNO DE BITÁCORA DE LA CIUDAD INVISIBLE
Resulta complicado surcar la Procelosa Mar de las Ondas Hertzianas con la mirada puesta en el pasado. Es cierto -y estas bitácoras dan fe de ello- que hasta en las débiles espumas en las que se disuelve nuestra estela se nos muestran a veces los rastros a seguir, los hitos que señalan la ruta a la quimera; pero también recogen estos viejos cuadernos los despiadados arrecifes, las corrientes traidoras, las naves encalladas… derrotero o derrota significan lo mismo en esta loca carrera tras la utopía en permanente fuga.
[FIUUUUU]
Ahora que lo pienso, quizás esté en la fuga el secreto que nos une en esta nave errante. De entrada no hay quien se enrole en empresa tan temeraria, quien ponga en juego el físico y el psíquico, como aquel que huye a la desesperada de su presente o de un pasado tenaz que, más que perseguir, parece en ocasiones guiar los pasos del fugitivo… somos los escapistas del éter del sonido que aparecen de súbito entre el público tras haberse encerrado bajo siete candados y se aplauden a rabiar, o incluso, como hacía a menudo aquel marino armenio, vacían con gran jolgorio el cargador de su fusil de asalto contra el inabarcable firmamento… Esto es un sin dios, decía en una película el sargento de la guardia civil disparando al sol naciente de un amanecer poco ortodoxo. Nosotros, más pacíficos, vigilamos el ocaso; con cada heterodoxia se nos abre un camino por el que marear a todo trapo…
[FUIIIII]
Seguimos navegando… La niebla hoy no es tal, es un velo tras otro como en un gran telón de vaharadas… Se sugieren las formas movedizas en escala de grises y no hay palabras… Sólo un silencio habitado y vibrante como el que hay entre dos músicas… un eco de las dársenas amables de la Ciudad Invisible.
ECO
Resulta complicado surcar la Procelosa Mar de las Ondas Hertzianas con la mirada puesta en el pasado. Es cierto -y estas bitácoras dan fe de ello- que hasta en las débiles espumas en las que se disuelve nuestra estela se nos muestran a veces los rastros a seguir, los hitos que señalan la ruta a la quimera; pero también recogen estos viejos cuadernos los despiadados arrecifes, las corrientes traidoras, las naves encalladas… derrotero o derrota significan lo mismo en esta loca carrera tras la utopía en permanente fuga.
[FIUUUUU]
Ahora que lo pienso, quizás esté en la fuga el secreto que nos une en esta nave errante. De entrada no hay quien se enrole en empresa tan temeraria, quien ponga en juego el físico y el psíquico, como aquel que huye a la desesperada de su presente o de un pasado tenaz que, más que perseguir, parece en ocasiones guiar los pasos del fugitivo… somos los escapistas del éter del sonido que aparecen de súbito entre el público tras haberse encerrado bajo siete candados y se aplauden a rabiar, o incluso, como hacía a menudo aquel marino armenio, vacían con gran jolgorio el cargador de su fusil de asalto contra el inabarcable firmamento… Esto es un sin dios, decía en una película el sargento de la guardia civil disparando al sol naciente de un amanecer poco ortodoxo. Nosotros, más pacíficos, vigilamos el ocaso; con cada heterodoxia se nos abre un camino por el que marear a todo trapo…
[FUIIIII]
Seguimos navegando… La niebla hoy no es tal, es un velo tras otro como en un gran telón de vaharadas… Se sugieren las formas movedizas en escala de grises y no hay palabras… Sólo un silencio habitado y vibrante como el que hay entre dos músicas… un eco de las dársenas amables de la Ciudad Invisible.
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