Navegamos en una lucha sin tregua, día tras día peleamos y hacemos frente a los obstáculos, para continuar el camino que se dirige a la utopía. Y a pesar, de que no nos acobardamos ante cualquier enemigo, preferimos no toparnos con ninguno, no vaya a suceder que en el enfrentamiento nos olvidemos de los principios que nos guían en nuestra búsqueda.
[Aire frío]
Muchas batallas ha resistido este navío, y a medida que pasa el tiempo, y releemos las páginas de este cuaderno, nos damos cuenta de que la mayor parte de ellas fueron ridículas. No sirvieron nada más que para sembrar miedo, terror, rencor, odio…
Muchas víctimas se quedaron en el camino y siempre los primeros en caer han sido los más inocentes. Esas personas, por las cuales sus superiores decían luchar, mientras que veían con ojos asustadizos todo lo que ocurría a su alrededor.
Es curioso, en cualquier guerra cada bando lucha por alcanzar su propia quimera, y sin embargo llegar a ese ideal sólo provoca destrucción y muerte.
[Bombardeos]
Durante el tiempo que llevo yo aquí, todavía no ha estallado ningún enfrentamiento con otro navío que buscando lo mismo que nosotros, utilice otros medios para lograr su fin.
Espero no tener nunca que ascender temerosa hasta la cofa por miedo a que me derribe un cañonazo.
Me da pánico ser víctima, ya no sólo por el dolor físico, sino también por no poder curar, de por vida, la herida abierta por el resentimiento.
En las guerras siempre habrá vencedores y vencidos y la consecuencia más directa y más peligrosa, ya no es el hambre, la pobreza, o la tristeza provocada por la muerte de seres queridos. El gran problema, es que a ninguno de los dos grupos se le olvida, que unos ganaron y otros perdieron.
[Restos de humo gris]
Continuamos nuestro periplo de hoy surcando la procelosa mar de las ondas hertzianas. Atravesamos el espacio-tiempo, para encontrar la esencia de la memoria perdida, aquella que debe ser recuperada, pero sólo con el objetivo de unir en vez de dividir.
Quizá éste sea uno de los viajes más difíciles para dar con el paradero de nuestra ideada y querida Ciudad Invisible.
FUNDIR CON RÁFAGA DE ESPERANZA[Aire frío]
Muchas batallas ha resistido este navío, y a medida que pasa el tiempo, y releemos las páginas de este cuaderno, nos damos cuenta de que la mayor parte de ellas fueron ridículas. No sirvieron nada más que para sembrar miedo, terror, rencor, odio…
Muchas víctimas se quedaron en el camino y siempre los primeros en caer han sido los más inocentes. Esas personas, por las cuales sus superiores decían luchar, mientras que veían con ojos asustadizos todo lo que ocurría a su alrededor.
Es curioso, en cualquier guerra cada bando lucha por alcanzar su propia quimera, y sin embargo llegar a ese ideal sólo provoca destrucción y muerte.
[Bombardeos]
Durante el tiempo que llevo yo aquí, todavía no ha estallado ningún enfrentamiento con otro navío que buscando lo mismo que nosotros, utilice otros medios para lograr su fin.
Espero no tener nunca que ascender temerosa hasta la cofa por miedo a que me derribe un cañonazo.
Me da pánico ser víctima, ya no sólo por el dolor físico, sino también por no poder curar, de por vida, la herida abierta por el resentimiento.
En las guerras siempre habrá vencedores y vencidos y la consecuencia más directa y más peligrosa, ya no es el hambre, la pobreza, o la tristeza provocada por la muerte de seres queridos. El gran problema, es que a ninguno de los dos grupos se le olvida, que unos ganaron y otros perdieron.
[Restos de humo gris]
Continuamos nuestro periplo de hoy surcando la procelosa mar de las ondas hertzianas. Atravesamos el espacio-tiempo, para encontrar la esencia de la memoria perdida, aquella que debe ser recuperada, pero sólo con el objetivo de unir en vez de dividir.
Quizá éste sea uno de los viajes más difíciles para dar con el paradero de nuestra ideada y querida Ciudad Invisible.
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